APRENDIENDO ALEMÁN CON JELA
Después de años de coquetear con las lenguas más conocidas: Español, Italiano, Francés, Inglés y Alemán -me refiero a las lenguas vivas europeas, hijas e hijastras del Latín-, el nacimiento de una nieta germana es una buena invitación a dedicar algo más de atención a su lengua nativa. Y pienso hacerlo con tesón y sencillez, por si algún lector se animara a su estudio. Se trata de ir asimilando el vocabulario alemán al tiempo de tener visualizada la idea a la que cada palabra se refiera. Algo así como lo que hacen los niños que, a fuerza de repetir que una casa es una casa, asocian imagen y vocablo que se quedarán indeleblemente unidos de por vida.
Las lecciones van a ser cortas. No serán lecciones académicas, sino prácticas, de "andar por casa". Y ese vocabulario adquirido nos dará pie a la construcción de frases cortas, afirmativas-negativas e interrogativas, para que no quede la menor duda del dominio, al menos, del lenguaje escrito. El hablado, es mejor aprenderlo entre alemanes.
Naturalmente, los artículos, tanto determinados como indeterminados, irán en primer lugar y con cada palabra, pues será la mejor manera de asociarlos con sus sustantivos correspondientes, dado lo complejo de saber de antemano qué palabras sean masculinas, cuáles femeninas y qué otras neutras. Al final, el reiterado uso nos sacará de todos los apuros lingüísticos.
Alfonso Gil González