Desde mi celda doméstica
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domingo, 2 de agosto de 2015

VIDA DE ORACIÓN (Cap. 4)


LA CONTEMPLACIÓN

Entre el Cuarto y Quinto Grado de Oración viene bien hablar de LA CONTEMPLACIÓN.
Dicen los maestros del espíritu que es una suspensión admirativa del entendimiento ante el esplendor de la verdad sobrenatural.. Ello supone unas características psicológicas, en cuanto que Dios hace sentir que se está entrando realmente en comunicación con Él. Es decir, hay una invasión sobrenatural en el alma, y ésta se sabe invadida inequívoca e inefablemente por algo que, como decía santa Teresa de Ávila, "a vida eterna sabe".
Se trata de una experiencia mística que no podemos provocar con nuestros esfuerzos. El alma se hace más pasiva que activa, el conocimiento experimental que se tiene de Dios, en la contemplación, le da la seguridad de que se encuentra bajo la acción de Dios, sabiéndose moralmente en su gracia. Y, sin embargo, la experiencia mística puede revestir diversas formas, variaciones continuas que repercuten con frecuencia sobre el cuerpo, al tiempo que puede suspender las propias potencias anímicas. Y todo ello, y siempre, con un gran impulso para ejercitarse en las virtudes cristianas.
Diversos dones del Espíritu Santo entran en juego en esta intuición de la verdad divina contemplada, como el de "entendimiento", "sabiduría" y "ciencia". Lo que hace que la vida contemplativa, per se, esté en un nivel superior a la activa, si bien pueden ambas compaginarse perfectamente, siendo necesarias cuando se trata del bien de los demás.
Se requiere que a la "contemplación" se acceda con gran pureza de corazón y simplicidad, viéndolo todo a través de Dios. A la par, la humildad del corazón y el recogimiento profundo impulsa al desarrollo de las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, con cada vez mayor asiduidad de la Oración devota.

Alfonso Gil González

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