Jesús leyendo en la sinagoga
Era un buen judío. Cada sábado, acudía a la sinagoga para celebrar religiosamente el “día de descanso”. Como creyente, era consciente de que el afán de cada día dispersa el espíritu un tanto, y conviene al hombre hacer un alto en el camino, acudir a la asamblea de los que creen como él, y compartir la Oración y la Palabra, a fin de que no se pierda el horizonte de la vida cuya visión sirva de guía a la nueva semana laboral.
Para nosotros, el día de descanso es el “Domingo”. Precisamente, porque Jesús ha pasado a ser nuestro horizonte, y es viéndole a él como somos capaces de no perdernos en el ajetreo y, como diría fray Luis de León, en el mundanal ruído. ¡Qué verdad es que "Un domingo sin Misa no es domingo"!
Alfonso Gil González