Desde mi celda doméstica
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lunes, 31 de agosto de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Septuagesimocuarto)

Capítulo LXXIV


Fiestas y Entierros

Septiembre de 2000 lo abre mi padre con la visita que hace a casa de Pura, la gitana, para darle el pésame por el fallecimiento de su esposo Pedro José Gorreta. Este era hijo de otra gitana, de singular belleza, que, hace muchos años, moría mártir por no ser infiel a su matrimonio.
El 6,  llama su hijo Daniel, desde Murcia, diciendo que le ha mordido un murciélago; que fue a la Casa Socorro; que le pusieron la antitetánica y la antirrábica. Mi padre iría a La Arrixaca de Murcia para recoger las diversas vacunas que tendría que ponerle.
El 8, mis padres asistían, en la Sala Camelot de Cehegín, al Pregón de Fiestas y proclamación de la Reina y Corte de Damas de Honor. El pregón estuvo a cargo de su compañero franciscano, Padre José Hernández Valenzuela. Se da la circunstancia de que este fraile nació en el mismo día, mes y año que el padre Alfonso.
El 10, estrenaba con el Coro “Ciudad de Cehegín” la Misa Solemne de Santa Cecilia, de Gounod. Era el día principal de las Fiestas Patronales. Dichas Fiestas, que iban del 8 al 14 de septiembre, estaban repletas de actos culturales, religiosos, lúdicos y deportivos, y dio un brillante recital la cantante Luz Casal. Debo destacar el Concierto dado conjuntamente por el Coro que dirigía mi padre y la Banda de la Sociedad Musical de Cehegín. Este Concierto se volvería a repetir en Bullas, en el Cine Avenida, a solicitud de  su concejal de cultura, y con motivo de las fiestas del pueblo vecino. También, la ofrenda floral a la Virgen, el desfile de carrozas, la exhibición folklórica internacional y, sobre todo, las sendas Procesiones multitudinarias de los días 10 y 14.
Y el 15, pasadas las Fiestas, se dio la circunstancia de que moría un matrimonio, ya mayor, él con 81 y ella con 79 años, llevándose una hora el uno con el otro cónyuge. Murieron de muerte natural, y eso aún llamó más la atención.
El 18, con motivo del inicio del Curso Escolar, el Instituto Vega del Argos lo invitó a asistir, en la Casa de la Cultura, a la entrega de diplomas por las buenas calificaciones del curso anterior. 
Como el coche de su cuñado Franco estaba roto, papá le ayudó a recoger almendra y a bajarlo y subirlo de la huerta y del secano. Y acompañó, también, a don Santos Navarro, un médico muy querido de la familia, ya jubilado, a recoger un traje que le habían confeccionado en Caravaca.
El 24, asistiría, en Guadalupe de Murcia, en la Casa de Ejercicios del Sagrado Corazón, al pleno del Secretariado de Hermandades y Cofradías, acompañado, en esta ocasión del Tesorero de la Junta Central Rufino Ruiz, y del Presidente de la Cofradía de San Juan Evangelista, José Sáez.
El 26, el padre Alfonso deja escrito en su agenda: “No se puede ser feliz manteniendo una memoria negativa, es decir, recordando siempre lo “malo” del pasado. No obstante, hay quien prefiere no ser feliz.” Naturalmente, no se refería a él mismo, pues jamás cayó en el pesimismo, y siempre guardaba feliz recuerdo de todo lo bueno que en su vida sucedió. Pero ahí queda escrito. Y añadía en la misma página: “¡Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios!”. Ese “verán” no se refiere a la vida futura, sino a la eterna, aquí iniciada.
Septiembre se cerraría con la preparación de la Corona Musical a la Virgen, que tendría lugar el 2 de diciembre, y que comentaré en su momento. Esta preparación la efectuaba papá, con algunos del Coro, en casa del, entonces, presidente de la Hermandad de la Virgen de las Maravillas, Rosendo Berengüí. Intervendrá en dicha “corona” 12 cantantes.
Ya en octubre del 2000, el padre Alfonso fue a saludar el nuevo párroco de San Antonio de Padua, Don Julio Romero. El 16,  fallecía el famoso y querido actor español, Antonio Ferrándiz “Chanquete”, protagonista de la serie “Verano Azul”.
El 12, recibíamos la visita de los Mora, desde Sevilla. Vinieron con su prima Olga. Se quedaron a cenar y a dormir. Al día siguiente, continuaron viaje hacia Onteniente (Alicante). 
El 22, fallecía su amigo Antonio “Cañamones”. Lo trajeron desde Murcia al tanatorio ceheginero. Lluvias torrenciales cayeron sobre Cehegín, que se prolongaron cuando el entierro del día siguiente.
En este comienzo de curso, el padre Alfonso reanudaba sus entrevistas para la televisión local:
Al franciscano Juan Antonio Díaz y a Juan de la Cruz Sánchez Martínez, alias “el mediero”. Proseguía con sus escritos en El Noroeste, y con sus ensayos musicales y corales. Y, lógicamente, seguía despachando con la directiva de la Junta Central de Cofradías.




Corona poética y musical

Me asombra cómo comienza el mes de noviembre de 2000: “No sé si será verdad eso de la diferencia generacional, pero entre Clara y yo hay más de cuarenta años. Ayúdame, Tú, Espíritu Santo. Guarda a mis hijos en tu amor.” Realmente, tenemos un padre maravilloso.
El 5, acude, con representantes de la Semana Santa de Cehegín, a la III Jornada Diocesana de Cofradías, celebrada en la Universidad Católica de Murcia, en “los Jerónimos”. Después se acercó a saludar a los Llanos de Molina para saludar a su párroco, Don Julián, y a Archena para visitar a su paisano Calixto Rioja, sacerdote, que estaba convaleciente de una enfermedad.
El 7, graba una entrevista al “tío Chaparro”, de 93 años, en su propia casa, para el programa de televisión Hablando con… Al día siguiente recibe dos libros voluminosos, que le envía su amigo Pepe Mora, desde Sevilla: Alma, de Benito Arias Montano, y Mujeres gitanas, de Juan F. Gamella.
Escribe, el 10: Es una pena que el tema del piso de mi madre acarree tantas preocupaciones y sufrimientos inútiles. Añadirá dos días después: ¡Qué mal hizo mi madre con dejarnos un mismo bien para todos! Lo hizo con inteligencia, pero ésta nos falta a sus hijos. Pero pronto se resolvería la situación, pues mi padre marcó la pauta a seguir.
Nueva entrevista a Adolfo Guirao López y, posteriormente, a dos miembros del STERM, sindicato de trabajadores de la enseñanza, y a Juan “el Madrugás”, y a Bernabea Corbalán.
El 18, tras la Misa celebrada en el convento franciscano, se queda al Concierto extraordinario que dio la Coral Ars Nova de Cieza. Al día siguiente, asistiría, en Bullas, en el salón parroquial, a la votación del Delegado de Zona para la permanente del Secretariado de Hermandades y Cofradías, que recayó en mi padre.
El 29, registra el pago del gasoil que traen para la calefacción de la casa: 44.800 pesetas, por 492 litros. Y dice que es el doble de caro que meses atrás. Pero ¡ya vendrían los Euros en lugar de las Pesetas!
Diciembre del 2000 lo inicia mi padre asistiendo, en la Casa de la Cultura, a la presentación de un libro de Sonetos de su viejo amigo Fernando Gil Tudela, poeta insigne. El 2, participa, dirigiendo, en la Corona Poética y Musical en honor de la Virgen de las Maravillas, con motivo de los actos que se venían celebrando por los 275 años de su venida a Cehegín. Era sábado y a las 8 de la tarde, en el santuario patronal. Poemas y diversos Ave Maria de autores como Psekens, Gounod, Cherubini, Mozart, Luzzi, Mascagni, Schubert y Tomás Luis de Victoria. Los poemas fueron de Bustamante Lozano, Sánchez Madrigal, Gil Tudela, Rius Zuñón, Ricardo de Val, Raimundo de los Reyes, José Puerta González, Fray Antonio García, Ramón Moreno Marín, María Durán, Ramón García-Ripoll y Fray Fermín María. Al órgano, Pedro López Sánchez, con el Coro de Cámara del “Ciudad de Cehegín”, y con los intérpretes literarios María Jesús Espín López, Fernando García-Ripoll, Antonio José Ruiz Alguacil y Antonio de Béjar Martínez. Fueron solistas: Ana Fernández (soprano), Ángeles Corbalán (soprano) y Juan Ródenas (barítono). Participó, además, el Cuadro de Actores de la Escuela de Arte Dramático de Murcia. Y todo fue presentado por Manuel Gea Rovira, académico. El resultado fue magnífico.
Con igual motivo mariano, el 9, vino a cantar la Asociación Virgen de las Maravillas de Mataró. Anota mi padre, ese día, que bailan mejor que cantan. Y, el 16, vuelve a intervenir el Coro “Ciudad de Cehegín” en pleno, junto con la Sociedad Musical de Cehegín, en el mismo lugar franciscano y por idéntico motivo maravillense. Dada la proximidad de la Navidad, se interpretaron conjuntamente algunos villancicos, junto a obras de Fauré, Mozart, Prats, Barbieri, Psekens, Escobar, Ketelbey, Bach y Canalejas. Y todo concluyó con el Himno a la Patrona, que llevó la emoción hasta lo inverosímil. La dirección de la Banda estuvo a cargo de Alonso Moreno, la del Coro de Alfonso Gil, mi padre, que, este diciembre del 2000, entrevistaría al “Amolo”, amigo suyo de la infancia, a María Abellán Abellán Guirao y a Antonio Corbalán, farmacéutico.
Y el año lo acabó con esta jaculatoria: ¡Alabado sea Jesucristo!

Pues, eso, todo para alabanza de Cristo. Amén.

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