Dolor y confianza
He caído en la trampa femenina,
como Adán, ancestro desdichado.
Del árbol prohibido he masticado,
y como, con los cerdos, de la encina.
Por mi triste mirar se me adivina
lo poco que, con tanto, he ganado:
vivir con mis ensueños desterrado,
y el Juicio que, presto, se avecina.
Mas confío en mi Dios, amado Padre,
que sabe de mi ser más que yo mismo,
y tiene la entrañas de una Madre.
A pesar de olvidar el Catecismo,
llevando una vida de desmadre,
hará que surja de mi negro abismo.
Cehegín, agosto de 2015