Averroes
Averroes (Abu al-Walid Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd) es, junto con Avicena, el más importante pensador islámico, que supo integrar los conocimientos del Islam con la filosofía griega, especialmente la de Aristóteles, al que, a su vez, purificó de adherencias platónicas. De hecho, Averroes fue el cauce por el que la filosofía aristotélica pasó a la Europa medieval y, por tanto, a la Escolástica, cuyos maestros insignes, entre muchísimos, están Alberto Magno y Tomás de Aquino.
Nacido en Córdoba, 1126, de una distinguida familia de juristas, dedicó todo su esfuerzo intelectual a conjugar la filosofía con la teología. Experto, además, en medicina y matemáticas, escribió tratados sobre el alma, la física, la metafísica, la meteorología, la retórica, la poética, etc…, y tradujo y comentó “la República” de Platón. El meollo de sus ideas podría resumirse así: El mundo es eterno y, por tanto, también lo son la materia y el movimiento. El mundo emana de Dios, si bien las formas están ínsitas ab aeterno en la materia. El intelecto agente universal pertenece a la esfera lunar y obra sobre las realidades del mundo sublunar; es una sustancia inteligible, igual para todos los hombres. Todo cuanto hay en el hombre de eterno e inteligible pertenece a ese intelecto agente. Lo demás es caduco y mortal.
Tras realizar varios viajes por el norte de África, fue nombrado cadí o juez de Sevilla y, más tarde, de Córdoba. Fue acusado de herejía y desterrado, en 1195, a la villa de Lucena (Córdoba). Tres años más tarde, 1198, una vez cumplida la condena, pudo regresar al norte africano, viniendo a fallecer en Marrakech. La universidad de Barcelona tiene una escultura de Averroes, obra de Vallmitjana.
Alfonso Gil González