El desván de los juguetes rotos
Ha caído en mis manos un libro de poemas, presentado hace pocos días en el “Ramón Gaya” de Murcia, en cuyo acto intervino la cantautora madrileña Clara G. Abascal que, sin duda, es uno de los genios musicales de nuestro tiempo. El propio autor del libro, Ismael Rodríguez, la había invitado a que pusiera en el citado acto ese ambiente de sonoridad romántica, que marca la diferencia entre una presentación fría y sosa y un acto cultural digno de loa.
El libro, que tiene dos apartados bien diferenciados, “Hombre y mar” y “el hijo más amado”, es un poemario de versos breves, biográficos e interpelantes, donde un mundo de sueños marinos y ese otro mundo de sueños humanos, que nunca se roncan, se entremezclan en una sinceridad de confesión pública en que el ayer, el hoy y los anhelos futuros los vemos como nuestros. Es una poesía rayana en el misticismo y, por eso, tan real y humana. Sólo el hombre ansía lo divino y lo añora con el paso de los años. Sirve de ejemplo lo que escribe en el poema XVII: Te siento, Dios,/ y como hombre viejo/ voy a buscarte./ Sin duda hoy/ luzco orgulloso/ tu promesa de matarme. Y el XVIII: Yo soy el humilde,/ soy el débil./ Soy el hijo inacabado./ Soy el que amargamente/ se emociona/ cuando me miras/ y me llevas/ hasta el fin.
Joven, nacido en Tortosa, de ancestros cántabro-leoneses, el autor vive, casado con Lorena, en Cartagena, temporalmente. Piensa volver a su tierra pasiega. El libro está prologado por Vega Cerezo, poetisa murciana de sirenas que plañen recuerdos amados.
Impreso en Editorial Azarbe, el desván de los juguetes rotos es un magnífico solaz para este tiempo de prisas alocadas y hambres de pensamiento humanista.
Alfonso Gil González