HERMOSA MISIÓN
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No es por casualidad, ni mucho menos,
que los hijos de Dios lleguen a verse,
que muestren la alegría de entenderse
y quieran juntos caminar al menos.
No es por casualidad que pechos llenos
de amor y gratitud, sin esconderse,
con el mismo deseo de saberse,
anuncien la paz cual ángeles buenos.
Así nosotros, por el Cristo amado,
sabiéndonos llamados por su boca,
henchido el corazón, en Él reposa.
En medio de este mundo alocado,
¡qué gran suerte la nuestra, que nos toca
ofrecer sin espinas cada rosa!
Alfonso Gil González