PRIMERA ESTACIÓN
Jesús condenado a muerte. ¡Cielos!
Que ayer llovisteis vida, la Vida.
Hoy regresa, comienza la partida:
el detalle final de sus desvelos.
Frente a frente el Amor, los fríos hielos;
la más pura Verdad, el mal que anida
en el alma falaz, envilecida…
el mundo con sus miedos y recelos
Estás de pie, Señor, ante el tirano
que no sabe dictar sino la muerte,
y firma tu sentencia con su mano.
Así yo, tantas veces, de tal suerte,
que más parezco al pretor romano
cuando huyo de Ti para no verte.
Alfonso Gil González