CUARTA ESTACIÓN
Madre-Jesús, encuentro doloroso.
Los dos rostros más bellos de la tierra,
frente a frente, que el amor no yerra.
Medita esta escena, amoroso.
Diálogo en silencio, ¡ay!, qué hermoso.
Misterio de mi Dios que se encierra
en maternal cofre de amor y cierra
la puerta de mi infierno tenebroso.
Se me empañan los ojos contemplando
cómo pueda un dolor cual semejante
mostrarse en amor tan encendido.
Y nada veo ya, estoy llorando.
El aire lo respiro jadeante.
Tomad, Señor, mi corazón rendido.