SÉPTIMA ESTACIÓN
Bajo el peso de la cruz romana
segunda vez tu cuerpo se doblega.
No puedes más, Señor, y es tu entrega
la prueba fiel de tu parte humana.
El mundo, entre tanto, se engalana,
y hasta flores le nacen a la vega,
siendo Tú su final: el punto Omega,
nuestra casa cordial para Mañana.
Te ofende el sayón con su blasfemia,
y la rabia con el sudor difunde
al izar de tu espalda la madera
Levántate, Jesús, que el día apremia;
antes que el temor la tierra inunde,
irrádiale en tu cruz la luz postrera.
Alfonso Gil González