CAÍN Y ABEL
Génesis 4
La tierra de Caín quedó baldía
por la sangre de Abel en sus entrañas;
es un suelo poblado de alimañas
que no tienen calor, de sangre fría.
La envidia produce todavía
los engaños, mentiras y patrañas
que caen sobre Abel; sus malas sañas
no cejan ni de noche ni de día.
Y Dios marcó a Caín, y vino errante
por los cuatro confines de la tierra
con su carga asesina, fratricida.
Y Abel allí quedó, cual monje orante,
en su cielo que el perdón encierra,
esperando al hermano homicida.
Alfonso Gil González