Identidad, unidad y coherencia
Un año más, la Junta Central de Cofradías vuelca sus esfuerzos e ilusiones en poner en escena los grandes Misterios cristianos: la Muerte y Resurrección de Cristo, la Eucaristía, el Amor entregado hasta la última gota de sangre. Y, una vez más, estas celebraciones quedan plasmadas en la Revista que tienes en tus manos. Ella es como el resumen, como la síntesis de un año acompañando al Nazareno, a ese Hermano de los hombres, loco de amor divino que no se cansa, que no ceja en su empeño de que vayamos avanzando en la implantación del reino de Dios sobre esta tierra, todavía valle de lágrimas y de injusticias por doquier.
La Junta Central de Cofradías sabe que tiene su referencia identificativa en ese Jesús de Nazareth, pobre, humilde, entregado al servicio de los demás. Por ello, al tiempo que la crisis actual revela necesidades, antaño encubiertas por la sociedad de consumo, ella quiere ser, hoy, ejemplo de solidaridad con los más desfavorecidos de nuestro pueblo. Y así, si nunca le convino a su imagen externa la pompa y el boato carnavalero, ahora se siente más ella misma compartiendo, a su manera, el pan de los hambrientos. Esta reflexión me obliga a invitar a cada una de las Cofradías, de las diez cofradías cehegineras, a que huyan de la tentación de confundir lo cultural con lo fastuoso. Si ello ya es ridículo en tiempos de bonanza, se trueca injurioso y deleznable en tiempos de tantos hermanos nuestros que mendigan una vida digna.
Amén de esa tentación, que desfigura nuestra identidad con el Nazareno, hay otra tentación que, como tal, deberíamos rechazar con todas nuestras fuerzas, cual es la de ir por libre. A veces, sintiéndonos que vamos a descubrir las Américas, inventamos lo que ya está inventado y que es tan viejo como la propia humanidad: la vanagloria, el aspirar al endiosamiento, el desprecio a los demás, sobre todo, a la autoridad sin la cual nos moveríamos con menos problemas de conciencia. Algo así como la actitud de aquellos a los que el Vaticano II les cayó mal, e intentaron vivir de espaldas a la inspiración ínsita sobre aquel máximo exponente de la Iglesia y sobre el propio y venerable Juan XXIII o el lúcido Pablo VI. La Junta Central de Cofradías debe inculcar todo horror al error separatista.
Por último, hay una tentación, hija más bien de la ignorancia, que, no teniendo en cuenta la pedagogía propia de la enseñanza catequética y de la sabiduría de la Iglesia, cree que puede procesionar cualquier Imagen, sólo por el hecho de ser bella y devota, cuando a nadie se le ocurriría poner a san José bajando de la Cruz a su Hijo, por ejemplo, y poner al de Arimatea conduciendo la Huída a Egipto. Eso, además de anacrónico, sería incoherencia teologal. La coherencia debe darse no sólo entre nuestros pensamientos, palabras, acciones y omisiones, sino, también, en la forma en que debemos mostrar a las gentes los acontecimientos prístinos de nuestra tradición cristiana. Las Cofradías, por tanto, deben ser coherentes interna y externamente. Es la única manera de ser respetadas. Ella, la Junta Central, con su Presidente a la cabeza, episcopea nuestras ocurrencias para que todo responda al saber y al sentir de la Iglesia.
¡FELIZ SEMANA SANTA!
Alfonso Gil González