Desde mi celda doméstica
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lunes, 25 de mayo de 2015

APRENDIENDO A VIVIR


APRENDIENDO A VIVIR


De muy niño aprendí la diferencia 
de las cosas de aquí a las del Cielo; 
si por éstas se tiene tanto anhelo, 
las de acá sólo dan indiferencia.

Es, por ello, que tengo la paciencia 
de no guardar la caña ni el anzuelo, 
y esperar cada día que el señuelo 
me dé del mar de Dios algo de ciencia.

Aún veo mi cesto tan vacío, 
tan falto de alimento sobrehumano, 
que me da por llorar; mas me sonrío

viendo cómo mi esfuerzo cotidiano, 
en medio de este mundo, que es un lío, 
lo bendice, oh mi Dios, tu santa mano.


Alfonso Gil González
Cehegín 2013


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