UNO CON EL “UNO”
Mantenerme, Señor, en tu presencia;
pensar en Ti, y ser por Ti pensado;
decirte que Te amo, y ser amado:
¡Qué dulce soñar de la inocencia!
Dejar que Tú dirijas la conciencia;
dolerme aun la sombra del pecado;
sentir que Tú caminas a mi lado:
¡Qué modo de saber sin otra ciencia!
Ser Tú en mí, contigo confundido;
contemplar con tus ojos, admirado,
el frágil devenir de tus criaturas;
Verme, ya, en tu hogar, tan consumido,
que tan sólo parezca polvo alado,
cual los ángeles son tus almas puras.
Alfonso Gil González