Desde mi celda doméstica
Buscando...
sábado, 9 de mayo de 2015

CONFESIONES


Las confesiones


A lo que a mí respecta, hay tres clases de confesiones: las sacramentales, las de san Agustín y las mías propias. Las primeras, cada vez más infrecuentes, vuelven a renovarse por este tiempo cuaresmal –Padre, hace veinte años que no me he confesado, desde que mi hijo hizo la Primera Comunión-. Por lo general, suelen ser mediocres, rutinarias y por si acaso. Poca gente se acerca al sacramento con decidido empeño de no volver a pecar. Es natural. Los santos siempre son escasos.
Las segundas son una biografía, un retrato del Agustín de Hipona, joven, engreído, camarada, frívolo…, visión contemplada desde una óptica muy distinta, cuando, ya converso y obispo, su búsqueda de Dios se tornó, como suele suceder, en encuentro de uno mismo. Acontece que la gente no busca a Dios, precisamente, por miedo a encontrarse. Y se vive la evasión, pulpo de innumerables brazos, con cuya tinta irremediablemente nos manchamos.
Las terceras confesiones, las mías, aún están por escribirse. Mis allegados y amigos me animan a hacerlo, pero es posible que dejaran de ser mis amigos y allegados. Si tengo enemigos, a ellos les interesaría muy mucho, mas no se puede satisfacer a enemigos imaginarios. Lo que quiere decir que habrá que esperar. Seguramente, me animaría a escribir mis memorias si supiera de alguien que es peor que yo, y que, leyéndolas, se animara a no ser tan bellaco. Pero no lo hallo por ninguna parte.

Alfonso Gil González

Compartir en :
 
Back to top!