Dejadme con Jesús
Dejadme con Jesús gozar a solas
la paz que, dulce, de su alma fluye;
a ver si en su costado se diluye
esta piedra cordial de rompeolas.
Dejadme con Jesús sentir la vida,
por mí desperdiciada hasta la fecha;
que la suya, a la mía tan deshecha,
le dé su plenitud tras la partida.
Dejadme con Jesús ir de camino,
o con Él detenerme, si le place;
que no quiero otra cosa mientras viva.
Dejadme con Jesús, mi fiel destino.
Estando junto al Él, en mí renace
dulzura de su amor, que el alma liba.
Alfonso Gil González