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martes, 12 de mayo de 2015

PILAR DE ESPAÑA


Pilar de España


   Este fin de semana es el puente del Pilar. La Guardia Civil celebra en cada pueblo la festividad de su patrona. Zaragoza, una vez más, salpica el callejero de jotas a la Virgen. España entera revive su fiesta grande.
   Todo empezó aquel día en que, según la tradición, de la que tenemos documentación escrita en el siglo IX, la Señora, en carne mortal, viene a fortalecer a uno de los apóstoles de su Hijo, Santiago el mayor, el hijo del trueno, aquel que con su hermano Juan ansiaba ocupar un puesto importante en el reinado de Jesús de Nazaret. Su sepulcro compostelano da fe de que esa tradición la tenían los españoles muy arraigada.
   Escribía Pablo, en su Carta a los cristianos de Roma, ser su deseo pasar a visitarles cuando partiera para España. ¿Lo consiguió? En Roma murió y en Roma está enterrado. A principios del siglo II ya tenemos mártires y santos hispanos. Pronto, Cartagena y Tarragona serán diócesis. En el siglo VI, también la ceheginera Begastri. De norte a sur y de este a oeste, el suelo español, antes de que acaben las persecuciones de Roma, ya está sembrado de iglesias y de ermitas. ¿Importa tanto si vino o no Santiago o san Pablo? La realidad se impone a toda elucubración. 
   Pero lo verdaderamente entrañable, lo que nos sobrecoge es la presencia de María en cada rincón de España. El Pilar de Zaragoza es  tan sólo un exponente. Miles de advocaciones marianas, cual flores inmarchitas, se alzan a los cielos desde miles de capillas a Ella dedicadas. He ahí la fe de España. He ahí su verdadero Pilar. 
 

Alfonso Gil González

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