Desde mi celda doméstica
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martes, 12 de mayo de 2015

PODEROSO CABALLERO


Poderoso caballero


Muchos, por el influjo del ambiente en que viven, desean tener cantidades ingentes de dinero, como signo de independencia. Craso error. Gastan fácilmente sin valorar el trabajo que cuesta a otros muchos más el ganar su sustento y el de su familia. Y, aunque saben que el dinero no da la felicidad, se creen que ayuda a la misma. He aquí un problema grave de nuestro tiempo.
La codicia conduce a distintas formas de robo: falseo de balanzas, especulación, extorsiones, explotación de los menos pudientes, retraso o negación del salario merecido, cohechos, violaciones del derecho, etc… España es una experta en estos latrocinios. Y es que, mal que nos pese, no hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario para vivir. Lo escandaloso no es que haya unos ricos epulones y muchos pobres lázaros, sino que éstos quieran y tengan que alimentarse con las migajas que caen de la mesa de los ricos, y no se les dé nada.
Me resisto a citar a los Santos Padres, para que no se me escandalice el personal. Pero quédense con esto: toda acción que no esté movida por el amor está viciada de raíz. Esto ayuda a entender que, aunque tengamos derecho a poseer bienes y a disponer de ellos, jamás debemos perder de vista su destino universal o común. Así entendida, la propiedad contribuye a la expresión de la persona y le ofrece ocasión de ejercer su función responsable en la sociedad y en la economía.

Alfonso Gil González

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