Desde mi celda doméstica
Buscando...
viernes, 15 de mayo de 2015

VENI, VIDI... VICTUS SUM


Veni, vidi... victus sum

 


Justo lo contrario que a Julio César. Él llegó, vio y venció. Yo llegué, vi y fui vencido. Respondiendo a la invitación que se nos hizo para presenciar los “Premios Jumilla Siete Días”, asistí a la entrega de los mismos en el Teatro Vico de Jumilla, la ciudad del vino, pero también la ciudad del Cristo “amarrao” a la columna y de la abuelica Santa Ana. Desde que pisé esa tierra, allá por 1959, Jumilla ejerce sobre mí de imán poderoso. No voy mucho por allá, pero los ojos se me van hacia el paraje franciscano, plantío de santos anacoretas entre cuyas ermitas pasé uno de los años más hermosos de mi vida.
El Teatro Vico estaba a rebosar. No se puede decir hasta la bandera, porque no es una plaza de toros. Simplemente, no cabía un alfiler. La expectación era grande. Un amigo nuestro y colaborador de este rotativo, Manuel Gea, estaba entre los agraciados. La cultura se lo debe. Pero eran seis más los galardonados, gente que se dedica al mundo de la discapacidad, de la educación, del deporte, de la representatividad por los caminos del mundo, de la empresa ejemplar. Frente a los premiados, el equipo de redacción de un semanario que ha cumplido cien ediciones. Quedé sorprendido al comprobar que mi pluma formaba parte de esa centésima publicación. La sala, perfectamente climatizada, invitaba a estar a gusto las dos horas del evento.
Música, presentaciones, discursos, autoridades, homenajes y agradecimientos se sucedían en un ambiente familiar y cálido, cuya perita de dulce fue el vino español ofrecido en el Hotel Monreal. Vino español porque así lo llamaron. A mi esposa y a mí nos pareció el más suculento de los manjares, la demostración final, con regalos incluidos a los 500 invitados, de que, de vuelta a casa, haya de reconocer que a Jumilla, una vez más, llegué, contemplé y fui vencido.

Alfonso Gil González

Compartir en :
 
Back to top!