Desde mi celda doméstica
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viernes, 1 de mayo de 2015

CEHEGÍN 1959


Cehegín, 1959


Se abría el año 1959 con la positiva respuesta que el Ayuntamiento daba a una petición del director de la emisora de radio, La Voz de la Juventud, que solicitaba una ayuda económica para hacer frente a los gastos que dicha emisora iba a realizar para mejor servicio cultural y benéfico de nuestro pueblo. Gastos que ascenderían a unas ciento quince mil pesetas. Por otra parte, el Ayuntamiento pagó veinticinco mil pesetas para la adquisición de terrenos, con vistas a la apertura de una calle que uniera la de Pérez Villanueva con la barriada de las Eras de la Tercia. Además, el Ayuntamiento recibe escrito de la Dirección General de la Guardia Civil solicitando la pronta viabilidad de escritura de cesión de terrenos municipales para la edificación de la nueva Casa Cuartel de Cehegín. Casa que, como todos saben, se halla junto al Colegio Virgen de las Maravillas que, precisamente, ese año, 1959, abría sus aulas por primera vez. Era “una etapa de auténtico resurgir para Cehegín”, según rezaba la introducción del Programa de Fiestas.
Por aquel entonces, ya la Ermita del Santo Cristo necesitaba restauración. Una instancia, firmada por el Cura Párroco; Joaquín Alarcón Millán; y por Francisco Carreño Cuadrado, solicitando ayuda al Ayuntamiento, queda pendiente de mejor ocasión. No así la subvención concedida al citado Párroco para sufragar los gastos de las Misión Popular celebrada en esta ciudad. Eran siete mil quinientas pesetas. Y algo más de dinero aportaba el Municipio, como crédito extra, a la construcción de un grupo escolar de ocho secciones y ocho viviendas: 79.672´88 pesetas. Y, también, este año, el Pleno del Consistorio ceheginero aprobaba la creación en plantilla de una plaza de farmacéutico municipal con un sueldo base de diecinueve mil pesetas anuales, dos pagas extras y demás emolumentos legales; y otra de mancebo o auxiliar con sueldo base de catorce mil quinientas pesetas.
Próxima la fecha del 18 de julio, y existiendo obras en período de terminación en esta ciudad, como eran el grupo escolar y viviendas para maestros, las viviendas de la Caja de Ahorros del Sureste de España y la nueva vía que, partiendo de la Gran Vía, terminaba en la calle Begastri, se acuerda hacer las gestiones oportunas para que dichas obras sean aceleradas con el fin de que, para la indicada fecha, se puedan llevar a éxito estas inauguraciones.  
Ese año de 1959, Pablo Sánchez Navarro encabezaba a un grupo de aficionados al fútbol que consiguieron respuesta positiva a la instancia de pedir subvención para la creación de un Club. El Ayuntamiento les contestó que les concedía una cantidad de veinte a veinticinco mil pesetas con tres condiciones: Que el Club esté debidamente constituido con Directiva y Socios, que éstos se comprometan a pagar veinticinco pesetas al mes para asegurar la pervivencia del equipo de fútbol durante toda la campaña y, tercera, que al final de la competición presenten cuentas justificativas de la inversión dada a la subvención concedida.
Antonio Zarco Egea, concejal delegado de la Banda Municipal de Música, propuso la modificación del reglamento de la misma –asunto que se aprobó en Pleno-, quedando así los emolumentos de los músicos: Músicos de 1ª, 2.250 pesetas año;
       “           2ª, 2.000          “
       “           3ª, 1.750          “
Educandos          500          “
Conserje          1.300          “
Copista               250          “
Los sueldos de director y subdirector van aparte. Y los meritorios cobrarían a juicio del delegado y director una gratificación anual nunca superior a 300 pesetas. Como contrapartida, la Banda tenía la obligación de dar un mínimo de ocho conciertos anuales.
En su aspecto externo, la revista de las Fiestas Patronales no era gran cosa. De hecho, las páginas de literatura y programación formaban tan sólo un tercio de la misma. Lo demás eran anuncios. Por ellos sabemos que Cehegín, ese año, tenía cinco minas de hierro magnetita. Sus nombres: Soledad, el Copo, Teresa Panza, el Coloso y Edisson. Se explotaban mancomunadamente, teniendo oficina central en Madrid. 
Sin embargo, la grandeza de la revista estaba en la categoría de sus plumas: Ríus Zunón, Gil Tudela, A. Mérida, De Paco López, Ramón Moreno y Ricardo de Val, y en la presentación de su portada, obra de mi amigo y compañero escolar. López Chico, que ya despuntaba la maestría con que, con el tiempo, llegaría a dominar la imagen. La programación, parecida a años anteriores, tenía como novedad la venida a nuestro coso taurino de Antonio Bienvenida, Chicuelo II y Luis Segura, amén del caballista Josechu Pérez de Mendoza. Por otra parte, el Novenario a la Virgen fue predicado por el franciscano, vasco,  Fray Sabino Zubieta, mientras que el Triduo en Santa María Magdalena corría a cargo del canónigo de la Catedral murciana, Bartolomé Ballesta Vivancos.
¡Ay, este año 1959! Las Fiestas no serían para mí. Dejaría este mi pueblo para conocer santos Cándidos y ex misioneros chinos y japoneses. Contemplación y estudio filosófico-teológico. La sencillez franciscana y la ilusión de imitar al Poverello. Ya no volvería a Cehegín por algunos –demasiados- años. Mi última mirada fue para la Virgen de las Maravillas. Enrique Ríus se encargaría de poner por escrito lo que mi corazón sentía:
Y no quieres mirar… Un casto velo 
al verso de tus ojos pones suave. 
Algo no quieres ver. Algo que sabe
tu corazón que matará tu anhelo.

Ingrávidos los pies rozan el suelo 
apenas, leves, con temblor de ave 
que teme que la tierra se le acabe 
sin atreverse a remontar al cielo.

¡Qué manos de pasión! ¡Qué tenues lazos
defendiendo tu Bien! ¡Qué gran concierto
de esos hondos y sencillos trazos

del manto, que reclama medio abierto
al Hijo que se va de entre tus brazos
sonriendo al dolor que sabe cierto!


Alfonso Gil González


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