PRÓLOGO
¿Por qué Antonio Navarro Belmonte titula así este libro que tienes en tus manos? Después de haber publicado tantas recetas culinarias, ¿cuál es la sorpresa anunciada? De una cosa estoy seguro: no es un título para llamar la atención. No es reclamo para una buena caza o pesca. No. Este ilustre cocinero, de sencillez franciscana, nos muestra ahora cómo no es preciso la cuadratura del círculo para llegar a la esencia de las cosas. Para que un plato sea una obra de arte no hay que recurrir al rococó, a la floritura ornamental de complicado guiso; bastan los elementos simples y el buen gusto.
LA GRAN SORPRESA DE LA COCINA la va descubriendo el cocinero o cocinera conforme se adentra en este libro. Entre las sopas, por ejemplo, se va a encontrar con la ecológica. Entre las ensaladas y entremeses, con la mayonesa de zanahorias o con la de hortalizas sin huevo. Incluso va a saber cómo conservar las habas tiernas, y cómo se preparan unos garbanzos al chef Antonio, y cómo presentar un revuelto de alubias blancas y jamón cocido. De las pastas, te atraerán las migas ecológicas con pan artesano, etc, etc… Así, hasta doscientas dieciséis recetas.
Leemos en el libro del Génesis que Esaú y Jacob se aprestaron a preparar a su padre Isaac, para que los bendijese, una comida de su total agrado: un suculento guiso de cordero u otro animal de caza. Pero ninguno de sus hijos, ni siquiera su madre Rebeca, pudo cocinarle el cordero al estilo de doña Dolores. Ni, mucho menos, preparar, cual el chef Antonio, las lentejas con que, días antes, Jacob compraría a su hermano la primogenitura. No es fácil superar la receta aquí explicada.
Amigo@ lector@, tienes en tus manos un recetario tan sencillo como maravilloso y atrayente. Úsalo. Prepara en casa un arroz con caracoles y ancas de rana. Añádele al arroz con conejo hojas de limonero. Atrévete a un pollo al limón con un toque de hierbabuena. Presenta en la mesa familiar muslos de cordero con aroma de secano. Y, cuando llegue el postre, admira a los comensales con un flan de zanahorias o con unas manzanas rellenas con arroz con leche. Porque, si lo haces así, la “gran sorpresa”, que este recetario te ha supuesto con su lectura, la repetirás cada vez que quieras agradar a los tuyos con tu maestría culinaria.
Alfonso Gil González