Desde mi celda doméstica
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martes, 12 de mayo de 2015

PROVINCIANOS ELLOS


Provincianos ellos


Recuerdo que, pequeños escolares, venía un fotógrafo cada año a que posáramos sentados en plan estudioso, con un gran mapa de las provincias españolas. Murcia, por ejemplo, eran dos: Murcia y Albacete. Y uno se preguntaba el por qué había esas demarcaciones de la geografía española. Más tarde, con el estudio, íbamos entendiendo el porqué de ese bello rompecabezas que es España.
Hay que retrotraerse a la primera época medieval, cuando los grupos cristianos, apiñados para la defensa frente a lo islámico, dan origen a los primeros reinos. De Asturias a la frontera andalusí, van surgiendo jefes, reyezuelos, reyes y algún emperador, dispuestos a proteger sus bienes y las vidas de los que acrecentaban sus bienes. Bajo el signo de la cruz, eso sí, nacen Navarra, Cataluña, Aragón, Castilla, León, etc. No se tenía aún el concepto unificador de España. Y muchas veces, reino contra reino se levantaba, olvidándose de una empresa que les era común. Los castillos son elocuentes mudos de este tiempo. También, claro está, las iglesias románicas y el Camino de Santiago. El románico devino, luego, en gótico; lo burgués en aristocrático –vocablos éstos para entendernos mejor-.
Y se produjo el milagro. Los reinos se coaligaban o fusionaban. Nuevos reinos aparecieron, como el de Murcia. Las letras, las ciencias y las artes experimentan un decisivo avance. Se crean las cofradías, propiciadas por franciscanos y dominicos. Se unifica la nación y se descubre América. España volvía a encontrarse a si misma. Efectivamente, el mapa de la escuela, que salía en la foto al fondo del alumno aplicado para la ocasión, no era simplemente el de las provincias distintas, era el mapa de España.

Alfonso Gil González  

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