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martes, 12 de mayo de 2015

PROCESIONAR EN TIEMPOS DIFÍCILES


PROCESIONAR EN TIEMPOS DIFÍCILES


Cofrades y amigos: PAZ Y BIEN:
Este año, el SALUDA lo hago en forma de carta, porque, cuando este periódico llegue a sus manos, uno estará ya dando los últimos retoques a esta presidencia de la Junta Central de Cofradías, tras doce largos años de intentar servir lo mejor posible a esta nuestra Semana Santa de Cehegín.
Hemos avanzado mucho en algunos aspectos: se han consolidado las cofradías más recientes; el orden, la disciplina, la puntualidad, el respeto dieron un paso importante; los pregoneros, los doce de esta etapa, han mantenido la categoría de los que nos precedieron, aportando saberes y experiencias diversas sobre una misma realidad religiosa; la economía, nuestra pobre economía, ha sido administrada con tal escrupulosidad y transparencia, que seguramente no tendremos rival en otras localidades. 
Se ha participado en todos los foros y eventos a que se nos ha invitado en el ámbito diocesano y regional. Las cofradías, superando banalidades y vanidades, se sienten más unidas que nunca. Ya no las hay sin estatutos o reglamentos de régimen interno. Algunas gozan de sede propia y otras están proceso de consecución. La Junta de todas ellas también espera su sede oficial –aprovecho para agradecer a los párrocos de Santa María Magdalena el que la Casa Parroquial también haya sido nuestra Casa semanasantera-.
No obstante, aún quedan aspectos por consolidar. El más importante, sin duda, la formación de nuestros cofrades, empezando por sus juntas directivas. Las cofradías no son comparsas, ni patrimonios familiares. El ser asociaciones públicas de la Iglesia las obliga, en este aspecto de la formación, a tomarse en serio tan grande responsabilidad. Máxime, cuando vemos que la sociedad ya no camina a la par de la vida cristiana, más bien parece, si nos fijamos en quienes se dicen sus representantes, que van por caminos contrarios a las puras y fértiles enseñanzas del Evangelio. De momento, ya hemos conseguido entre todos –y que cada cual coja su vela- que sólo el 30% de la población piense, sienta y actúe en la coherencia de su fe bautismal. He ahí un campo al que habrá que dedicar más tiempo y más jornaleros.
Sí, cofrades y amigos, vivimos tiempos difíciles. Nos hemos creído que es lo mismo participar de la Eucaristía que no participar, leer o escuchar el Evangelio que no escucharlo o leerlo, amar que no amar. Y lo que es peor, vamos creando sucedáneos a todo ello, porque, al fin y a la postre, como el ser humano busca seguridades, preferimos las tangibles a las del Espíritu, los sueños a la realidad, los placeres al Bien. Y así nos luce el pelo. El problema de España y del mundo no es la crisis económica, que también. El problema del mundo y de España es la crisis de valores humanos, de los esencialmente humanos. Sacar procesiones a la calle y mantener esta crisis de lo humano, que es lo más divino, resulta muy complicado.
Pues bien, las cofradías todas –y en especial las de Semana Santa- jugamos un papel muy importante en esta situación. Podremos parecer comparsas carnavaleras y seguir haciendo el juego al mundo de los incrédulos, o podremos generar auténticas fraternidades que compartan fe y vida. Y en esa equivocada o acertada elección se va a engendrar el futuro de nuestro caminar ceheginero.   


Alfonso Gil
Presidente de la Junta Central

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