Desde mi celda doméstica
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sábado, 9 de mayo de 2015

LOS MAGOS DE ORIENTE


Los Magos de Oriente


Aunque algunos pongan en duda la historicidad del hecho de que unos Reyes Magos vinieran a rendir pleitesía al Niño Jesús, y otros se decanten por una escena simbólica de la vocación de los gentiles a la fe, lo cierto es que, desde los primeros tiempos cristianos, además del escrito evangélico, la escena de la adoración de los Magos está representada en las pinturas de las catacumbas, especialmente en la célebre capilla griega de santa Priscila.
No está determinado el tiempo que pasó desde el nacimiento de Cristo hasta la venida de los Magos, aunque el Evangelio hace pensar en uno o dos años. No hay una definición precisa de lo que significaría la palabra magos, aunque san Jerónimo, en su comentario al libro de Daniel, diga que se trata de sabios entendidos en el movimiento de los astros. Ni tampoco es exacto el número de tres, si bien parece deducirse de los tres regalos: oro, incienso y mirra. 
El evangelista no nos dice que sean reyes, ni da referencia de sus nombres. Si hoy los llamamos Melchor, Gaspar y Baltasar, se lo debemos a un manuscrito del siglo VII, perteneciente a la Biblioteca Nacional de París, y a que así son citados en la obra de san Beda el Venerable, del siglo VIII, y al mosaico existente en Rávena desde el siglo IX. Y los consideramos reyes desde el siglo VI, ya que san Cesáreo de Arlés les dio tal categoría al aplicarles el texto profético del Salmo 71, en que se lee que los reyes de Tarsis y de las islas ofrecerán presentes, o aquel otro texto del profeta Isaías, que dice: Reyes verán y se levantarán príncipes, y se prosternarán por causa de Yahvé (Cap. 49).
Sobre la estrella que vieron los Magos se han lanzado muchas hipótesis. Orígenes escribió que era un cometa; Keppler, que se debía a la conjunción de los planetas Saturno, Júpiter y Marte, efectuada por aquellas fechas. Y los más piadosos dirán que es un meteoro luminoso dispuesto o creado por Dios para tal ocasión.
   Pero, amigos, ahí está la historia, con su Herodes el Grande incluido. Ahí está el giro de la misma sobre el hecho incuestionable de la presencia de Jesús de Nazaret. Él es la referencia no sólo de nuestro pasado, sino de nuestro futuro y destino definitivo. De Oriente y Occidente, del Norte y del Sur, los pueblos y sus magnates le estarán sometidos tras un simple e inexorable juicio: Tuve hambre, y me disteis o no me disteis de comer; tuve sed, estuve en la cárcel, fui peregrino y enfermo, y me atendisteis o no.
Sí, hoy es la Epifanía de Cristo al mundo.

Alfonso Gil González 

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