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Mañana, Pentecostés
La palabra griega “pentekoste” hace referencia al ordinal “quincuagésimo”, por referirse a la segunda de las tres grandes fiestas judías, que se celebraba cincuenta días después de la Pascua.
Para la Iglesia es ésta la festividad de su nacimiento, cuando, reunida en oración con María, la irrupción del Espíritu Santo en su vida timorata y expectante la hace surgir en cuanto comunidad de creyentes en Cristo resucitado. Hoy, la evocación de aquello fontal para la Iglesia nos viene actualizada cuando algunos de los nuestros, principalmente jóvenes, solicitan la recepción de la Confirmación.
La Iglesia descubre, desde sus primeros pasos, que no debe encerrarse en sí misma, sino estar siempre abierta al mundo, para cuyo servicio existe. Eso explica que, nacida judía, y con cultura hebrea, rápidamente se haga griega y latina y universal, es decir, católica.
Que mañana, aniversario multisecular de nuestro común nacimiento, la fiesta de Pentecostés nos ayude a replantearnos nuestra responsabilidad y nuestro quehacer histórico.
