Tierras de olivares
El pasado fin de semana, el Coro Ciudad de Cehegín hubo de visitar las ciudades jienenses que son patrimonio de la humanidad: Úbeda y Baeza. El viaje fue de los llamados de placer, puro turismo en autopullman por tierras de Jaén, almazara de España. Aún así, el glorioso conjunto vocal intervino en cuatro significativos momentos. Fue el primero en el lugar donde falleciera san Juan de la Cruz. Junto el monumento funerario, una linda imagen de la Virgen. En aquel recinto de místico reposo se escuchó el Ave María victoriana, que emocionó hasta las lágrimas a un público ya sobrecogido por la figura del andariego carmelitano.
La segunda intervención coral, ya de noche, tuvo lugar en Linares. El Hotel Anibal había recibido al coro ceheginero con la elegancia andaluza que resulta inimitable. Tras le exquisita cena, el personal de servicio fue obsequiado con un suculento Menú, que tomaron en vídeo para añadirlo, ambientador, a los platos de los grandes festines.
Las otras dos intervenciones se produjeron, al día siguiente, en Baeza. La coral se había introducido en el paraninfo de la Universidad. Allí, con el recuerdo a Machado, se escuchó un polifónico Cantares que se esparció por sus aulas y sus claustros, y la historia retrocedió los años suficientes para seguir soñando en una patria sin banderías ni odios fratricidas.
Por último, en el sacro recinto de una iglesia románica, en la que el misterio de lo divino inspira la realidad humana, las voces elevaron una plegaria al Dios del cielo y a la Virgen de las cumbres, y aquellos acordes lentos, casi contemplativos, se extendieron por el valle del Guadalquivir para que sus fluménicas aguas regaran más piadosas esas tierras infinitas de olivares.
Alfonso Gil González