Apareciéndose a las santas mujeres
Siempre me llamó la atención la presencia mayoritaria de las mujeres en las iglesias y en los actos religiosos o de piedad. ¿Acaso menos ocupadas que los hombres? Evidentemente no. Las amas de casa siempre tienen mucho que hacer. Máxime en aquella época, en que casi todo lo hacían ellas. La razón, por tanto, debe ser otra. Quizá radique en su sensibilidad maternal, en su receptivo corazón.
El Evangelio deja constancia de las que acompañaron y sirvieron a Jesús en su vida pública, y de estas otras a las que premió con la gloriosa experiencia pascual de su resurrección. Toda una lección para prevenir de la tendencia machista en nuestras comunidades cristianas. Han llevado tanto tiempo la “vida” en sus entrañas, que resulta desconcertante que algunos las sigan relegando a que simplemente digan “amén”. Jesús no, desde luego.
Alfonso Gil González