Acto de la Crucifixión
Tras despojar a Jesús de sus vestiduras, repartiéndose los soldados su manto y sorteando su túnica inconsútil, fue puesto sobre el lecho del madero para ser taladrado de manos y pies.
Los cristianos hemos sido concrucificados con Cristo, y no de modo cruento, pero en ese madero hemos muerto al pecado y tomamos la decisión de vivir exclusivamente para Dios. Un cristiano, pues, es un crucificado en vida: nuestra cabeza en el cielo, nuestros pies en la tierra, y nuestros brazos extendidos para acoger amorosamente al mundo por el que Cristo derramó hasta la última gota de su sangre.
Alfonso Gil González