David elegido rey
En Belén, el profeta Samuel hizo que Jesé le presentara a sus siete hijos. Pero ninguno era del agrado de Dios para ser rey, porque “la mirada de Dios no es como la de los hombres, que se dejan llevar de la apariencia”. Sin embargo, cuando se le presentó al más pequeño, que estaba guardando las ovejas, Samuel lo ungió con el cuerno de aceite, y, a partir de entonces, el espíritu de Dios vino sobre David.
Aquello era como en figura. Ahora nosotros somos los ungidos del Señor, participando con Cristo de su sacerdocio, de su profetismo y de su realeza. Acaban los tiempos de la prefiguración y del profetismo y se inicia la realización del proyecto de Dios para la humanidad.
Alfonso Gil González