Cristo en el desierto
El inicio de la vida pública de Jesús viene precedido por su estancia de cuarenta días en el desierto, donde fue tentado por Satanás de las mismas tentaciones que todo hombre padece: la seguridad, el poder, la ambición… Tentaciones que, por otra parte, había experimentado el pueblo de Israel en su caminar desértico, durante cuarenta años, en busca de la tierra prometida. Todo ello es figura y ejemplo para la vida humana.
Llamados a la vida, ésta transcurre entre dificultades, pruebas y vaivenes, hasta alcanzar la Patria deseada, la Casa de nuestra vuelta al Padre Dios. Su Palabra –Cristo, las Escrituras, la Iglesia- es el auxilio necesario para salir victoriosos del trance en que los pocos o muchos años –cuarenta- nos hacen peregrinar.
Alfonso Gil González