PRESUPUESTOS DE LIBERTAD
No es entendible la LIBERTADsin una acción, u omisión, plenamente humana.
Estamos, vuelvo a recordar, en el "camino de perfección". No se puede ser santo sin ser hombre, es decir, sin la sincera búsqueda de la Verdad: la verdad en uno mismo y la verdad de las cosas.
Dice Tissot que los tres elementos de una acción humana completa son el saber, el querer y el hacer. Debemos conocer a Dios, es decir, verlo en todo y ver todas las cosas según Él y para Él. Ese sería el deber absoluto y primer presupuesto de nuestra libertad. Ese conocimiento de Dios asienta en nosotros lo que llamaría la Verdad. La verdad en nosotros y la verdad de las cosas, que no es otra que su aptitud para revelar la grandeza divina.
Ahora bien, conocer supone deber. El entendimiento implica a la voluntad. Por tanto, debemos estimar, apreciar y amar en las criaturas lo que es esencial en ellas, que es, además, lo que nos ayuda a ser nosotros mismos. Entendemos, por fin, cómo el amor puede crecer en la medida que se implica en el de Dios.
El tercer elemento del acto humano es el actuar, que no es otra cosa que servirnos de todo para ayudarnos a crecer en Él. No hay otra razón esencial para aceptar a las criaturas o para prescindir de ellas. Y es aquí donde entra en juego la LIBERTAD, que no es otra cosa que el ejercicio útil de las criaturas y de uno mismo según la utilidad divina. Lo que a Dios no nos lleva nos hace esclavos.
El resumen de todo esto es bien claro: permanecemos en la verdad, si el corazón permanece en el amor y la acción en la libertad. Conocemos para amar y obramos amando.
Vendría bien, ahora, la lectura reposada de Gálatas 5,6 y 1ª de Juan 3,18, así como la de Mateo 22,38 o Marcos 12,30.
El ser humano llegará a la perfección cuando le sea FÁCIL y PRONTO el conocer, amar y buscar a Dios en todas las cosas. Hasta llegar a eso, podrá haber actos aislados de perfección, pero no se tendrá aún la PERFECCIÓN.
Ahora estamos en disposición de ver qué graduación hay en la perfección misma, y cada uno verá, si ha llegado, en cuál de ellos se halla.
Pero eso requiere un nuevo capítulo.
Alfonso Gil González