Despojado de sus vestiduras
Mateo no dice nada sobre esta escena, pero sí que repartieron sus vestidos por sorteo. Los demás evangelistas están concordes en eso, pero Juan añade que hicieron con sus ropas cuatro lotes, uno para cada soldado, y que la túnica era sin costura, de una sola pieza, y la sortearon aparte. Así se cumplía lo escrito en el Salmo 22, 19: Se han repartido mis vestidos y han echado a suertes mi túnica.
Hay quien ve en esa túnica inconsútil el reconocimiento del único Sacerdocio de Cristo, que al tiempo se inmola como víctima definitiva para la salvación del mundo.
Alfonso Gil González