Adoración de los Reyes Magos
La pobreza de espíritu y la sencillez no tienen que ver mucho con la pobreza física o la carencia de cosas. Hay pobres ricos y hay ricos pobres. La ambición o el desprendimiento determinan quiénes no saben de pobreza, aunque vivan en la miseria, y quienes son verdaderamente pobres, aunque aparentemente no serlo.
Entre estos últimos hay que meter a los “reyes magos”. Se precisa mucho despego en el alma para emprender la marcha hacia Dios. De hecho, ni la intentan aquellos cuyo corazón está revestido de la costra de sus apegos personales, de su “riqueza” incompartida.
Alfonso Gil González