DECIMOCUARTA ESTACIÓN
Conviene que este trigo se nos muera
en el surco de tierra sumergido,
y todo lo anterior quede podrido
por que surja de nuevo sementera.
La vida se nos quede invernadera,
y todo nuestro ser tan aterido,
que nada importe ya de lo sufrido,
a la espera de eterna primavera.
Descansa con Jesús, adormecida,
en esta estación, alma, postrera,
que pronto llegará, amanecida,
la ansiada luz imperecedera.
Prepara, pues, con Él esta partida,
que sabes que vendrá, aunque se fuera.
Alfonso Gil González