Aparta de Mí, satanás
¡Cuántas veces hemos de decidir eso ante las mil tentaciones y peligros que nos acechan cada día!
Cuando las cosas son instrumentos para nuestra perfección, en realidad responden a que Dios se sirve de ellas para mostrar su amor. Cuando no, no valen la pena, porque somos nosotros mismos quienes las hacemos o no dones del Cielo.
Sí, ¡apártate, satanás!
Venimos de Dios y Dios es el punto de partida, el trayecto y la meta final. Todo.
Alfonso Gil González